El verdadero Señor de los anillos
J.R.R. Tolkien tuvo una rica vida, más allá de lo literario
Por Rafael Vega Curry / rvega@elnuevodia.com
Ni el mismo Gandalf con todos sus poderes de hechicero pudo haberlo adivinado. La Comarca nunca vio algo así.Cuando John Ronald Reuel Tolkien, mejor conocido como JRR Tolkien, publicó la trilogía de “El Señor de los Anillos” entre 1954 y 1955, difícilmente se imaginó la resonancia que tendría.
Tolkien estaba apenas a cinco años de jubilarse luego de una carrera como profesor de lengua inglesa en la universidad de Oxford, Inglaterra, y lo que visualizaba para su futuro era, tal vez, la vida apacible del retirado. De hecho, “El Señor de los Anillos” ni siquiera era su principal proyecto literario. Era, en efecto, una secuela para su primer libro, “El Hobbit”.
Pero el caso es que ese libro -que llegaría a tener una difusión mucho mayor, con las soberbias versiones cinematográficas que dirigió Peter Jackson en los primeros años de este siglo- hizo del profesor Tolkien todo un fenómeno mundial.
Cineastas como George Lucas, creador de “Star Wars”; escritores de espantos como Stephen King; y la misma J.K. Rowling, autora de los libros de Harry Potter, son herederos espirituales de Tolkien, considerado hoy el padre de la literatura fantástica moderna. En una encuesta de la cadena británica de librerías Waterstone, en 1997, los lectores eligieron a “El Señor de los Anillos” como “el libro del siglo 20”.No es difícil explicar por qué.
En sus libros, Tolkien no solo creó un mundo poblado por seres con nombres exóticos como Frodo Baggins, ciudades misteriosas como Mordor o anillos con poderes sobrenaturales. Creó toda una epopeya, un relato maravilloso en el que los personajes se cubren de gloria o descienden a los infiernos, y en el que el bien y el mal, una vez más, se enfrentan en una batalla final.
Pobladas por reyes mezquinos y guerreros ambiciosos, magos traicioneros y jóvenes aventureros, agraciadas damiselas y algunos de los engendros más feos que puedan verse en una película que no es de horror, las obras de Tolkien no fallaron en capturar la imaginación de miles de lectores, llegando a convertirlo en un escritor de culto.
Sin embargo, John Ronald Reuel Tolkien fue más que el autor de libros inmensamente populares en todo el mundo. Tuvo tres devociones más allá de la literaria: la de los idiomas; la ecologista y la religiosa.
Quizá pocos lo saben, pero el mismo hombre que inventó fascinantes mundos de fantasía ayudó a fijar las reglas del idioma inglés al contribuir en la redacción del Oxford English Dictionary. Tolkien dedicó dos años a estudios etimológicos de las palabras inglesas derivadas del alemán. Conoció el galés medieval, el nórdico antiguo y el griego. Y como si fuera poco, gustaba de inventar nuevos lenguajes, como el sindarin, el quenya y el neubosh.
Gran amante de la naturaleza, inclinación que heredó de su madre, Tolkien denunció públicamente el daño que el progreso industrial le había infligido al medio ambiente y prefirió siempre la bicicleta al automóvil. Seguramente se hubiese sentido a gusto observando los impresionantes parajes que aparecen en las versiones fílmicas de su obra.
Y finalmente está el Tolkien conservador, el que rechazó las reformas de la Iglesia Católica y siguió favoreciendo la misa en latín; el que se enorgullecía de haber contribuido a que su amigo C.S. Lewis -autor de “Las crónicas de Narnia”- se convirtiera al catolicismo; el que aconsejaba a sus hijos que obtuvieran solaz en las alabanzas tradicionales como el Magnificat y el Gloria Patri.
Pero las palabras fueron las que le dieron gloria y perdurabilidad al lexicógrafo, ecologista y católico practicante. Así que al cumplirse el 38 aniversario de su muerte el próximo viernes 2 de septiembre, qué mejor manera de recordarlo que citando algunas de ellas.
* “No es oro todo lo que reluce, ni todo lo que anda errante está perdido”.
* “Creo que lo que llaman cuentos de hadas es una de las formas más grandes que ha dado la literatura, asociada erróneamente a la niñez”.
* “Sólo quienes tienen los pies en la tierra pueden construir castillos en el aire”.
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