Por Eileen Rivera Esquilín / erivera1@elnuevodia.com
Mariana piensa que sus padres trabajan mucho y que tienen mucho estrés. A Malena no le encanta la comida que le hacen papá y mamá. Y a Fidel, no le gusta que sus padres lo regañen por hablar alto.
Ellos son algunos de nuestros entrevistados. Y es que a la hora de pensar en cómo podemos ser mejores padres, muchas veces son los niños los que arrojan un poco de luz en torno a qué estamos haciendo mal o qué podemos mejorar.
Pero es común que los padres y madres se pregunten, ¿qué puedo hacer para mejorar?
“Normalmente los padres llegan a una consulta, no para preguntar cómo ser un buen padre. Llegan a preguntar cómo hago que el niño cambie su comportamiento. Lo que quizás no esperan es que los malos comportamientos de los niños, en su mayoría, son ocasionados por los problemas que tienen los padres en diferentes aspectos de su vida y en cómo los disciplinan. Por tanto, hay que desviar el asunto terapéutico hacia los padres y no al niño. Me explico, la terapia termina siendo para los padres. Ellos deben aprender a cómo trabajar el entorno para que ocurran cambios favorables en el niño”, explica la psicóloga clínica, Grisell Rodríguez.
En ocasiones, agrega, muchos padres llegan ante un psicólogo cuando ya están “tan perdidos que no saben por dónde empezar”. Y en lugar de utilizar al profesional como un experto para la prevención, lo utilizan cuando el problema se agrava.
“Esto debería cambiar. Debería ser como ir al dentista. Se lleva a un niño al dentista desde pequeño para prevención. Ya no se espera que la muela esté en condiciones deplorables y haya que extraerla. A los padres les hace falta conocer las funciones reales del psicólogo en cuanto a modos preventivos. Por ejemplo, he visto en consulta, que los padres que adoptan niños tienden a utilizar más este tipo de prevención”, agrega Rodríguez.
Mucho se habla de que “los castigos no sirven para nada” o que si los castigamos, “no somos buenos padres”.
Asegura la experta que un castigo -o lo que en psicología se conoce como sistema de recompensa negativo- es necesario para que los niños entiendan que no es aceptable cierto comportamiento. Este, además, debe aplicarse tan pronto sea posible.
En esa línea, se recomienda la pérdida de privilegios temporeros y la obtención de privilegios por su buena conducta.
“Esto es disciplina. No disciplinarlos es maltrato. Pero no le pegue a su hijo, ya que esto contiene factores emocionales y físicos que sí podrían considerarse maltrato”, dice.
Del mismo modo, los divorcios o separaciones entre parejas sigue siendo una de las causas más comunes para que se deteriore la relación con los niños, o para que los chicos piensen que ellos “no son buenos padres”.
Rodríguez explica, que la mayoría de nuestros niños viene de hogares divorciados. Aunque esto no debe tener mayores contratiempos si los padres mantienen una buena comunicación y cada quien cumple con su responsabilidad.
“El problema básico que he observado en padres divorciados es que siguen peleando durante años después del divorcio. ¿No se supone que se divorcian para dejar de pelear? Peor aún, involucran a los niños en estos problemas de adultos. Por el contrario, hay niños de padres divorciados muy felices y que tendrán vidas productivas gracias a la madurez de los padres en afrontar un divorcio de forma saludable”, dice.
Consejos para ser buenos padres
1. Los padres deben entender que perdieron el primer lugar en sus vidas. Cuando se tiene un hijo, primero se cubren las necesidades del niño y luego la de los padres. Ejemplo: los padres quieren ir al cine con un bebé de dos años. A esta edad, es casi imposible que el niño se mantenga atento a una película y no llore en la sala, quiera salirse de la sillita... y así el paseo al cine se convierte en un problema donde todos salen disgustados. No es momento de ir al cine. Hay que empezar a buscar actividades donde disfruten en familia y que vayan a la par con la edad del menor.
2. Si quieres niños organizados y que sigan reglas, hay que ser organizado. Mantén tu casa y ambiente en orden y establece rutinas. Un niño con pensamientos organizados tiende a funcionar con estabilidad emocional.
3. Establece reglas claras para todos en la familia. Eso incluye a los padres. Una regla básica es: En este hogar no es negociable nada que atente contra la seguridad física, emocional o moral de cualquiera de sus miembros. Esto es un buen punto de partida para estar todos de acuerdo en lo que es permitido o no en un hogar.
4. La comunicación entre los padres debe ser de excelencia con relación a la disciplina. Los padres son un frente unido que harán cumplir las reglas del hogar.
5. Ser un buen padre no es darle todo tipo de privilegios a sus hijos, es hacer que estos conozcan el valor de cada cosa que obtienen. Establezca un buen sistema de privilegios basado en recompensas merecidas. Es decir, no le compre de todo a su hijo de otra forma ¿cómo se motivará a esforzarse por lo que quiere?
6. Mantenga a sus hijos vigilados. Aun más en la adolescencia. Los adolecentes tienden a asumir conductas de alto riesgo.
7. Participe de las actividades de sus hijos, pase tiempo de calidad con él. El niño sentirá que es importante para usted.
8. Abrácelo y dígale cuanto lo ama.
(Fuente: Grisell Rodríguez, psicóloga clínica)
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