miércoles, 5 de septiembre de 2012

La lectura, un instrumento para la paz

Por Ivis Negrón Pérez / ivis.negron@gfrmedia Apagar el televisor, guardar el juguete electrónico y abrir un cuento de niños o una novela juvenil para poner en marcha la imaginación y el juicio crítico es un acto que, al convertirse en hábito, traerá consigo importantes beneficios tanto personales como sociales. Regresar a la rutina escolar puede ser una gran oportunidad para que las madres y padres introduzcan a sus hijos en la práctica de la lectura por placer, no solo por obligación. Además de que es una oportunidad de desarrollar destrezas de comunicación y manejo de emociones, los expone, de manera sencilla, a situaciones que les tocará enfrentar en su vida cotidiana, coincidieron expertas. La Academia Americana de Pediatría, entre muchas instituciones profesionales, señala que leerles a los niños contribuye en su desarrollo intelectual y de lenguaje. Para la ilustradora y escritora Mrinali Álvarez Astacio, la literatura infantil puede lograr mucho más. Madre de una niña de 8 años, considera que ofrecerle al menor un cuento o novela adecuada para su edad es una manera de construir un mejor ciudadano, más sensible y solidario. Es un modo de reconocerle su derecho fundamental a “desarrollar sus aptitudes y juicio individual, su sentido de responsabilidad moral y social, y llegar a ser un miembro útil de la sociedad”, como lo promueve la Declaración de Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas. Para que eso ocurra, advierte Álvarez Astacio, no es suficiente con llenar su anaquel de libros. Hay que acompañar al menor. El acompañamiento del adulto en el proceso de lectura es fundamental. “Leer es como aprender a correr bicicleta, hay que enseñarles. Primero hay que agarrarlos y luego soltarlos poco a poco”, dijo la ilustradora. A través de una lectura acompañada, los padres promueven el desarrollo funcional del niño en su hogar, escuela y entorno social, indicó la sicóloga escolar Omayra Santiago. Sostuvo que, en el proceso terapéutico, el adulto utiliza la lectura para su mejoramiento personal. Pero al leer y discutir un cuento con el niño, la madre o el padre promueve un espacio para que el pequeño deje aflorar sus emociones, se identifique con personajes y reconozca que es capaz de asumir actitudes positivas ante las circunstancias que le rodean. “Los cuentos de niños son ensayos de lo que nos espera en la vida”, comentó Álvarez Astacio. Mientras el joven lector mira las ilustraciones y escucha al adulto acompañante, también se desarrolla su capacidad de atención, explicó la terapeuta ocupacional Elba Mattei. El niño, además, entra en un estado de relajación necesario para su salud física y emocional. La terapeuta utiliza la lectura de cuentos cortos y sencillos para prevenir que afloren conductas violentas o corregirlas en niños que ya manifiestan comportamientos antisociales. “Hay muchas lecturas de niños que tienen situaciones violentas, como en la vida misma, y es ahí que los padres deben confrontarlos sobre la manera de manejar o cambiar esa situación”, opinó. Los temas que ofrece la literatura infantil son amplios. Al analizarlos con el niño, los padres o encargados pueden dialogar diversidad de situaciones, desde cómo enfrentar procesos difíciles, hasta respetar las diferencias, reconocer derechos y libertades o enfrentar los miedos, recomendó Santiago. Si esta práctica se convierte en hábito familiar, a lo largo de su vida, el niño que luego será adulto va a poder socializar con todo tipo de persona y ejercer su autocontrol, dijo la sicóloga. “En la medida en que fomentamos la lectura, fomentamos un ser humano que va a crecer en todos los aspectos de su vida”, concluyó la especialista. Pérez,I.( Miércoles, 5 de septiembre de 2012) La lectura, un instrumento para la paz. El Nuevo Día.